jueves, 16 de octubre de 2008

¿Quien se ha subido a mi hamaca?

ESPIRITUALIDAD
"Dios esta más cerca de mí que yo mismo"
Meister Eckhart



Del libro “¿Quien se ha subido a mi hamaca?”
por Eduardo Grecco




Vivimos en un mundo desacralizado. De modo que mencionar siquiera la palabra espiritualidad nos hace sospechosos, sobre todo si trabajamos en un campo reconocido como científico.

Pero sucede que lo espiritual no es monopolio de iglesia ni de templo, ni de sacerdotes ni de gurúes, ya que es esa dimensión trascendente propia de cada ser humano, pues estamos constituidos de cuerpo, mente, alma y espíritu.

La espiritualidad incluye lo divino, porque es precisamente en el terreno de la espiritualidad donde despertamos a nuestra esencia divina, pues- al decir del maestro hindú Gururaj Ananda Yogui- “nosotros somos la naturaleza de Dios, como el calor es la naturaleza del fuego”. Y Nietzsche, por su parte, nos recuerda que “somos necesarios, somos un pedazo del destino, formamos parte del Todo… ¡Y no hay nada fuera del todo!”

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Por otra parte, estoy convencido de que la enfermedad mental tiene mucho que ver, en su origen, con la pérdida, por parte de quien la sufre, del sentido trascendente de la existencia. Del mismo modo que la epilepsia es un éxtasis sin fe y la depresión una noche oscura del alma, la bipolaridad puede concebirse como un intento fallido de exploración de lo que está más allá de nuestros límites. En suma, una suerte de experiencia transpersonal.

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Lo religioso es una experiencia existencial que abre al hombre a una dimensión que lo trasciende. Le da un sentido de existencia abierta, no terminada, no cerrada, en continuo devenir. La enfermedad consiste en la clausura de este horizonte, y en este sentido, es que hablo de la bipolaridad como una aventura espiritual.

Tanto en la manía como en la melancolía (los dos extremos emocionales del bipolar) nos enfrentamos a procesos que son como agujeros por donde el yo se despeña, hacia el cielo o hacia el infierno. Si lo pensamos sin preconceptos, podemos apreciar que hay en estos estados una fuerte vocación de transitar hacia otras realidades de la conciencia

(…)

Tanto es así que –a mí modo de ver- que, a veces la crisis bipolar resulta un momento iniciático, es decir, una circunstancia a la que el yo logra convertir en un emerger transformador de la existencia. Y, como en toda iniciación, hay un auténtico cambio de posición ontológica de la persona, pues luego de la crisis se es alguien diferente.

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… el paciente debe aprender a darle sentido, sentido que, en oportunidades, no queda circunscrito al plano de lo psicológico, sino que es plenamente espiritual.

(…)

… considerar la bipolaridad como una oportunidad iniciática del alma.

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